El 9 de agosto de 2009, Día Mundial de los Pueblos Indígenas, la Coalición de Organizaciones de Pueblos Indígenas de Malasia llamó a los gobiernos estatales malayos “a detener la plantación de árboles a gran escala y otras actividades extractivas en nuestras tierras tradicionales hasta que se adopten medidas eficaces para salvaguardar nuestros derechos y el medio ambiente”.
Las Organizaciones Malayas de Pueblos Indígenas describieron en un comunicado de prensa (1) cómo las empresas madereras habían explotado su bosque, que es la fuente de sus medios de subsistencia: “La tala ha destruido la base de nuestros medios de vida, las variedades vegetales como las plantas medicinales, los animales y los peces están en peligro o se han extinguido”.
A los Pueblos Indígenas les esperan otros males: “En Sarawak, nuestras comunidades aún no se han enfrentado a lo peor que se avecina. Como la industria maderera está decayendo en Sarawak, el actual gobierno estatal intenta enérgicamente diversificar y ampliar su base de ingresos destinando tierras a las plantaciones a gran escala de árboles y de palma aceitera. Una y otra vez, estos emprendimientos han invadido tierras y bosques de diversas comunidades indígenas que declaran poseer derechos consuetudinarios indígenas (DCI) sobre ellos”.
Considerando las tierras DCI como “vacantes”, el gobierno fomenta su comercialización a gran escala como medio de integrar “a las comunidades nativas en la sociedad dominante, con el fin de mitigar su pobreza. Este argumento se usó para promover la tala en los años 1970 y ahora sirve para justificar la introducción de plantaciones de palma aceitera y de plantaciones industriales de árboles”.
Sin embargo, ese tipo de “desarrollo” ha demostrado ser un fracaso: “la población indígena y local no se beneficia con esas actividades que destruyen los recursos de su tierra”. “Luego de más de tres décadas de explotación y deforestación, ¿cómo es posible que la mayoría de los habitantes del interior sean más pobres que antes?” Las organizaciones de pueblos indígenas cuestionan “el ‘modelo de desarrollo dominante’, la idea de que esos proyectos en gran escala son siempre ventajosos para las comunidades indígenas”. La realidad es que “tales proyectos generan grandes ganancias para un puñado de personas, las élites y las corporaciones, pero también traen la devastación social y ambiental al país y más allá de él”.
Ahora, además de las plantaciones de palma aceitera el gobierno estatal de Sarawak ha otorgado permisos para plantaciones de árboles en 1.397.644 hectáreas que incluyen tierras DCI y cuencas hidrográficas. “Con el deterioro o la destrucción de la cuenca, las comunidades dejan de disponer de agua potable. Los ríos se contaminan con los productos químicos y el limo que se escurren de las plantaciones forestales”, dice la declaración.
Las compañías plantadoras ya han invadido los territorios de las comunidades indígenas sin su consentimiento previo, libre e informado; esto ha provocado litigios sobre el derecho a la tierra y los recursos y la situación es cada vez más tensa. Las comunidades indígenas han presentado más de un centenar de demandas legales contra los empresarios, el gobierno y las agencias estatales en los tribunales de todo Sarawak.
Los representantes de las organizaciones que conforman la Coalición de Organizaciones de Pueblos Indígenas de Malasia “exhortan firmemente a declarar una moratoria sobre todos los proyectos de plantación y reclaman al gobierno que solucione inmediatamente estos problemas y cuestiones de derechos territoriales en Sarawak”.
(1) “Malaysian Indigenous Peoples want moratorium on plantations, other extractive projects”, comunicado de prensa de la Malaysian Indigenous Peoples Organisations Coalition, http://www.indigenousportal.com/Environment/-Malaysian-Indigenous-Peoples-want-moratorium-on-plantations-other-extractive-projects.html.