domingo, 11 de mayo de 2008

EXTREMADURA TIENE DERECHO A CONTAMINAR MÁS

¿En qué lugar deja este argumento a nuestra región? Los cielos extremeños deben de emitir más CO2, según el responsable de Medio ambiente (y de energía y de industria,…) de la Junta de Extremadura. Se trata exactamente del mismo discurso de países como China, Georgia, Libia o Lituania que apelan a su derecho a seguir contaminando para no ver comprometido su desarrollo económico. En el polo opuesto que la mayoría de los países del primer mundo que, al menos en el campo teórico, comienzan a aceptar lo que la comunidad científica en bloque ya ha sentenciado: Seguir contaminando, a medio plazo tendrá un coste – no sólo ambiental, sino económico y social- mucho mayor que dejar de hacerlo. En lo que podría calificarse como un sorprendente lapsus bipolar, Zapatero proclama reiteradamente que nuestro país asumirá la lucha contra el cambio climático como el mayor reto al que se ha enfrentado la humanidad en la historia contemporánea, pero cuando pisa Extremadura se permite el lujo de apoyar explícitamente la construcción de una nueva refinería de crudo. Del mismo modo que el PSOE aboga a nivel nacional por una apuesta firme en la lucha contra el cambio climático y por una reducción de nuestra insostenible dependencia de los combustibles fósiles; pero desde el mismo partido, en Extremadura, no se duda en defender denodadamente un proyecto petrolero en el que, además, se prevén invertir ingentes sumas de dinero público. El colmo del paroxismo lo alcanza el ex presidente Ibarra al afirmar públicamente que “del cambio climático ese, todos hablan, pero nunca llega”. El que dicho cambio llega, es un dato científico – y por tanto, que ha de mantenerse al margen de la demagogia tabernaria- y el que Extremadura será una de las regiones europeas más afectadas, otro. Pretender, por tanto, presentar la lucha contra el calentamiento global como una insidiosa traba coyuntural para el desarrollo de nuestra región es tan inmoral como intentar puentear dicha lucha con la excusa de que, al contaminar menos que otros, tenemos derecho a seguir haciéndolo y en mayor medida.

Quienes esgrimen este tercermundista argumento son precisamente quienes aseguran que cualquier proyecto que respete la legislación tiene cabida en Extremadura, dándonos a entender que, por lo tanto, no existen políticas, planes o programas destinados a encauzar de una u otra forma el desarrollo de nuestra región, sino simplemente un código legal y una normativa. También son quienes repiten con su cansino estribillo, que las elecciones locales, autonómicas y locales fueron un referéndum sobre la refinería de crudo pesado, sin considerar que para que existiese tal referéndum habrían de existir primero información y después debate; Y, precisamente, si en algo se ha entregado a fondo la maquinaria de la administración extremeña en los últimos años es en procurar que ambos brillen por su ausencia. Y ellos son quienes defienden que para impulsar la economía extremeña son precisas este tipo de apuestas suicidas, como si la exigua industrialización y comercialización de nuestros recursos – los que realmente aportan el valor añadido de estos- hubiese tocado techo.

Pero afortunadamente, y pese al cambio climático ese que nunca llega, son numerosos los nubarrones que se ciernen sobre el proyecto de refinería de petróleo que, según afirmaban ufanos sus promotores políticos y empresariales durante la presentación, estaría funcionando para el 2007 ó el 2008. Numerosos nubarrones y numerosas preguntas de cuya respuesta depende en gran medida el que se materialice o no.

¿Están en condiciones las autoridades sanitarias que han de velar por nuestra salud, de garantizar la salubridad del entorno donde se instale una refinería de crudos? (De ser así, disponen de medios de los que no disponen las autoridades de los entornos del resto de refinerías españolas, regidas por las mismas leyes que regularían la refinería de Gallardo).
Del mismo modo ¿Alguien puede garantizar que las producciones agrarias así como la imagen de los productos de calidad elaborados en la zona, no se verán afectados?


¿Soportaría el ya intensamente explotado Guadiana el consumo de agua y los vertidos de una industria petroquímica de este tipo? ¿No tendrán nada que decir a tal respecto nuestros vecinos lusos?
¿Es compatible la conservación de los espacios naturales protegidos andaluces, como la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, con el trazado de un oleoducto y un poliducto sesgando y poniendo en peligro por contaminación y derrames sus enclaves más valiosos?
¿Los pueblos de Huelva y Sevilla tienen que permitir que se les obligue a convivir con estas infraestructuras, que no les aportarán absolutamente nada positivo?
¿El entorno del Parque Nacional de Doñana puede soportar el tráfico de 78 petroleros de la capacidad del Prestige al año?
¿Es el petróleo un recurso fiable, perdurable, asequible y predecible como para depositar sobre él una parte importante del desarrollo económico extremeño?
¿Merece que entreguemos el cheque en blanco de nuestra salud, de nuestra calidad de vida y de nuestra economía tradicional a un empresario cuyo currículum, como se demuestra un día sí y otro también, es cuando menos disuasorio – por definirlo de forma sutil-? ¿Serían eficaces e imparciales las autoridades competentes a la hora de garantizar el cumplimiento de la legislación ambiental – la Junta de Extremadura- a la hora de vigilar a Gallardo, o actuarían como lo han hecho hasta hoy?
¿Es la conciencia y la percepción social acerca de la trascendencia del calentamiento global y de lo acuciante de las medidas a tomar, igual que la que existía hace casi cuatro años, cuando se presentó el proyecto?
¿Es compatible, en definitiva, la loable intención de patrocinar a nivel nacional e internacional la inaplazable misión de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que en Extremadura se defiende, se impulsa y se favorece la construcción de una nueva refinería de crudos pesados?

Pretender argumentar a favor de la instalación de una refinería de crudos pesados en Extremadura, sobre todo si se hace esgrimiendo una bandera progresista, requiere envidiables dotes de funambulismo. Por ello, quienes defienden lo indefendible con argumentos de taberna y reivindican para Extremadura el modelo económico de países subdesarrollados, no poseen un discurso a la altura de las circunstancias. Máxime, cuando desde unas mismas siglas se apuesta por modelos de desarrollo completamente antagónicos, dependiendo si el micrófono está en Extremadura o fuera de ella.
Por todo ello, desde la Plataforma Ciudadana Refinería No, consideraríamos merecedora de toda sospecha y viciada cualquier autorización o concesión que se diese a un proyecto con las características de Refinería Balboa
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Pedro Vicente Sánchez
Plataforma Ciudadana Refinería No