domingo, 30 de diciembre de 2007

EL USO DE BIOCOMBUSTIBLES DEVASTA LAS SELVAS TROPICALES.




Un informe de la ONU advierte que la producción de biocombustibles en gran escala ya esta teniendo impactos devastadores sobre Pueblos indígenas y poblaciones de especies en peligro de extinción.

Kalimantan Central, el corazón de Borneo, ocupa una superficie de unos 15 millones de hectáreas, siendo la provincia más amplia de Borneo con una superficie total de más de 74 millones de hectáreas (mayor que la superficie de España). El Corazón de Borneo es conocido por su gran biodiversidad. Esta selva tropical alberga además, a una de las especies de grandes simios, el orangután, uno de los primates más cercanos genéticamente al humano y que se encuentra en grave peligro de extinción.

Solo en Kalimantan Central existen ya mas de 85 compañías agrícolas de palma aceitera (Elais guineensis).Esta planta africana se ha convertido en el monocultivo más extenso de Asia y probablemente de todo el mundo. Indonesia y Malasia son los líderes mundiales en producción de aceite de palma con un 83% de la producción mundial. Según el Ministerio de Agricultura Indonesio, en el 2006 la producción de aceite de palma era de unos 110 millones de toneladas. Este año serán ya más de 260 millones. El aceite de palma se utiliza como componente en productos alimenticios (chocolates, helados…) y en productos de higiene (jabones, champús…) pero sobre todo en la creciente industria de los llamados bio-combustibles. De los 32 millones de aceites vegetales consumidos a nivel mundial en el 2006, entre 13 y 14 millones fueron para la producción del biodiesel. Estas cantidades están al alza con una creciente demanda debido a los porcentajes obligatorios de los biocombustibles.

Mr. Ayamin, del poblado Sembuluh en la región de Surian (Kalimantan Central) ha declarado ante el Proyecto Gran Simio/España que: “A nuestro pueblo no le queda ya nada de lo que vivir, no hay esperanza. Nuestros bosques ya no existen y nuestras plantaciones las han ocupado las compañías agrícolas de palma”.

Una hectárea de terreno se compra por unos 45 dólares americanos. Su compañero Mr. Anang-Syadruni añade: “Con lo que un campesino gana en la venta de sus tierras le da como máximo para comprarse un televisor y una motocicleta”.

El lago del que se abastece el pueblo es su fuente de vida de donde sacan agua para beber y para su higiene: “Nuestro lago esta muerto. Los pesticidas usados en las plantaciones que drenan al río han intoxicado sus aguas. Los peces están muertos o presentan lesiones. Ya ni siquiera podemos pescar como lo hacíamos antes de que llegaran las compañías de palma. En la época seca -añade Anang- la piel se irrita al contacto con el agua. Alguna vez han venido a analizar el agua pero nunca nos han advertido de la presencia o no de peligro para nuestra salud”.

Mr. Christophel, un Dayak del poblado Tumbang Koling (Kotawaringi) lleva al Proyecto Gran Simio hasta la zona de bosque en la que las excavadoras trabajan rápido para arrasar los árboles. Al otro lado de la inmensa superficie desolada y aun humeante, se divisa un pedazo de selva de no más de una hectárea. Aquí se agolpan 6 gibones y un orangután esperando una muerte lenta.

A unos kilómetros esta el bosque que pertenece a Mr. Christophel. Durante mas de 35 años su trabajo ha consistido en la protección de este bosque de 6000 ha. Sus vidas penden de esos árboles que siempre han talado de forma selectiva. “Las compañías de palma lo arrasan todo, tengo miedo de que solo pueda resistir un mes mas. Al final me arrebataran mi bosque. Las compañías de palma, cuando no consiguen comprar los terrenos de los campesinos, los prenden fuego. Así, a los indígenas no les queda mas remedio que vender sus tierras que ya no tienen ningún valor”. “A principios de los 2000, en mi bosque había unos 30 orangutanes. Desde que en el 2005 llegaron los cultivos de palma, son unos cuantos mas, ya que los orangutanes de alrededor han tenido que huir al único bosque que les queda”. “El día en que este bosque desaparezca -añade Christophel con tristeza- los orangutanes y todos los animales que en el habitan morirán, pues no quedan mas lugares donde puedan sobrevivir”.

Las plantaciones de palma en Indonesia ocupaban en el año 2006 más de 6’5 millones de hectáreas, con un crecimiento en la última década de unos 2 millones de hectáreas por año (unos 300 campos de fútbol al día).En 2025 el Gobierno indonesio aprobó tener más de 26 millones de hectáreas destinadas al cultivo de palma.

A día de hoy, más del 90% del hábitat del orangután ha desaparecido. En muy pocos años los orangutanes, al igual que todas las demás especies que habitan en Borneo, lucharan por los últimos resquicios de bosque, aunque para entonces, las poblaciones de orangután estarán tan fragmentadas que serán inviables genéticamente.

El uso de incendios por parte de las compañías agrícolas de palma para deforestar la selva de forma más rápida es común. Durante la época seca estos incendios son difíciles de controlar y se extienden prolongadamente de forma subterránea. Los orangutanes o gibones que no les quedan árboles, se abaten a la tierra quemándose el cuerpo en contacto con el suelo ardiente.

La problemática se extiende entre los pueblos indígenas y los campesinos. Se suceden los incendios intencionados, arrasan las selvas, los nativos son expulsados impunemente de sus propias tierras, la pobreza va en aumento y comienza el éxodo del hambre, de la desesperación y de la muerte.

En Colombia, en las regiones de Choco, Tumaco, Magdalena, Vichada, Meta y Regiones amazónicas, están siendo arrasadas por el cultivo destinado a los biocombustibles. Los plaguicidas que se emplean para mantener los monocultivos de aceite de palma, envenenan los ríos y el suelo. Las cañas de azúcar para la producción de Etanol, otro agrocombustible, se une junto a la palma de aceite, quitando tierra para el consumo básico de alimentos destinados a la población. Se están produciendo asesinatos de campesinos y lideres indígenas que se oponen a esta descomunal barbarie. Se incrementan procesos violentos de expulsión de sus tierras. Todo bajo la farsa del ecologismo y de un combustible verde. En el 2003, Colombia tenía sólo 128.000 hectáreas destinadas a las plantaciones de Palma. Hoy en día son ya 300.000 y se han puesto como objetivo llegar a un millón de hectáreas. Seria la ruina del campesinado, la ruina de la amazonía colombiana. Nadie hace nada, no se discute este acto criminal en las reuniones que celebran los grandes líderes mundiales para buscar una solución contra el cambio climático. Hipocresía ciega y consentida y máxime cuando Naciones Unidas esta avisando de lo que está ocurriendo, por lo que nadie puede hacerse el sordo y si se lo hace, está participando en este genocidio masivo que esta siendo ocultado por el poder económico y por políticos que quieren lavar su conciencia ecológica a costa de participar en uno de los mayores actos criminales contra la humanidad.

En Brasil se apuesta por el Etanol, empleándose 120 millones de hectáreas para este menester. La soja y la caña de azúcar, dos productos agrícolas utilizados en los agrocombustibles, está destruyendo la amazonía. La soja ocupa el 21% de las tierras cultivadas (20 millones de has.) y se quiere llegar a 60 millones. La caña de azúcar se ha quintuplicado. Esto lleva consigo nuevamente una expulsión generalizada de pequeños productores de tierra. Entre 1985 y 1996, 5,3 millones de personas han suido expulsadas de sus tierras.

Este mal se está introduciendo en todos los países pobres. Ahora también le toca a África y países como Camerún o Republica del Congo están cediendo tierras para el buiocombustibles, mientras el pueblo muere de hambre. ¿Es ético producir con productos básicos de alimento toneladas de combustibles para que los vehículos puedan andar, mientras millones de personas mueren por no tener ese mismo producto para su alimentación?.

Las multinacionales, como siempre, están detrás de estos beneficios. Compañías petroleras que quieren seguir con el control energético, como Epson, Shell, Total, Repsol. Empresas Agrobussiness, como ADM, Archer, Daniels, midlands, Monsanto, Bunge. Transnacionales de biotecnología como de nuevo Mosanto, Aventis o Novartis y por supuesto, las multinacionales del automóvil.

Muchos líderes políticos apuestan por los biocombustibles, sin darse cuenta que en la mayoría de los casos, esta práctica esta violando los derechos de los pueblos indígenas, la destrucción de la biodiversidad y el exterminio de especies en peligro de extinción como el orangután. Se debe establecer urgentemente, un código de conducta donde se vigile la procedencia de la materia prima para la obtención de este nuevo combustible que esta lejos, en la mayoría de los casos, de considerarse Bio según nos quieren dar a entender.

Un amplio número de ONGs y Organizaciones de Pueblos Indígenas de todo el mundo, han expresado su gran preocupación y han demandado una profunda evaluación científica de los riesgos de de los biocombustibles.

El informe de especies en peligro de extinción publicado recientemente por la Unión Europea para la Conservación de la Naturaleza, han advertido que el orangután se encuentra en situación crítica de exterminio a causa de las plantaciones de Palma destinadas a biodiesel. Otros grandes simios se encuentran en iguales condiciones como el gorila de llanura por la comida de su carne y el virus Ébola.

La ONU reconoce públicamente estos impactos a través de varios informes emitidos y que sin embargo no se toman soluciones urgentes para erradicar lo antes posible este descontrol que arrasa la biodiversidad de las selvas tropicales. Afirma que el 98% de los bosques tropicales de Indonesia están degradados o destruidos. Dice que la Palma de aceite causa 10 veces más cambio climático que el petróleo. Además este organismo mundial señala que está ocurriendo un grave impacto de producción de alimentos al desviarse millones de has hacia la obtención de energía y que ello puede suponer un incremento de las hambrunas. Reconoce que es inaceptable poner en peligro el derecho de alimentación humana, advirtiendo que seis millones de niños mueren cada año por mala alimentación. Alerta sobre el aumento de los productos básicos por la utilización de estos agrocombustibles, amenazando su acceso a los más pobres. Menciona que EE.UU. y Europa están estableciendo un aumento en el uso de este tipo de carburante y piden de una manera urgente, una moratoria de cinco años para la actual producción. Termina señalando el impacto negativo contra la sociedad, el medio ambiente y los derechos húmanos y que su uso puede hacer crecer el número de personas hambrientas.

Ante este cúmulo de advertencias por parte de la ONU, es incomprensible que los gobiernos no hagan nada y que sigan apostando por el Biodiesel, nombre que además contraviene el Reglamento Comunitario 392/2004 y una Ley estatal, en la que el uso de bio no debe de ser empleado en ningún producto que no proceda de lo ecológico y obviamente los agrocombustibles por todo lo que hemos visto, no lo cumple.

Existen además planes para el establecimiento de grandes monocultivos de árboles, incluyendo árboles genéticamente modificados, para la producción de biocombustibles. El arrasar un trozo de selva y después plantar un monocultivo, para las estadísticas de los bosques mundiales, no representa una disminución de la masa forestal, sin embargo toda la biodiversidad si que queda completamente destruida.

Llegados a este punto no es difícil advertir que todos los gobiernos que apuesten por el Biodiesel y no lleven un control de su procedencia, están cometiendo un crimen contra la humanidad. Las Naciones Unidas lo esta advirtiendo. ¿A caso no es suficiente? Entonces...¿para que existen estos organismos mundiales si nadie les hace caso?. Una vez más, el mundo esta acelerado, los políticos han perdido el norte y la dignidad, y mientras, en esos países perdidos, en la boca de millares de indígenas y campesinos que están siendo sometidos a la fuerza y asesinados, gritan: “¡Por favor, no pongas sangre en tu coche!”


PEDRO POZAS TERRADOS
Director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio en España.